viernes, 1 de mayo de 2015

Si lo repite una vez más me clavo yo mismo la espada



Desde el año 1989 y a lo largo de 26 temporadas (de momento…)...








Desde el año 1989 y a lo largo de 26 temporadas (de momento…) cada vez que comienza un episodio de “Los Simpson” nos encontramos con la misma estampa, tan familiar que es como si la hubiéramos visto toda la vida (para algunos, esta afirmación no es nada descabellada): Bart Simpson escribe la misma frase una y otra vez en la pizarra como castigo. Pero los guionistas de esta archiconocida serie son más listos que el hambre y, para mantener la atención del espectador ya desde el primer minuto, en cada capítulo nuevo la frase es diferente:







El vídeo anterior, por si no habéis tenido las agallas de tragaros los 14 minutos enteros, sólo recoge las pizarras hasta principios del año 2012. Sí, aún hay más y todas diferentes.

Lo cierto es que hay reconocerles el mérito a los guionistas. Entre la frase de la pizarra y el gag del sofá consiguen que el espectador quiera estar atento a la serie desde el primer momento. Normalmente podemos ignorar la cabecera porque nos repite una y otra vez lo mismo, pero no con “Los Simpson”, no vaya a ser que nos perdamos el primer chiste del día.

No sé qué efecto tiene en los niños que les obliguen a escribir la misma frase una y otra vez (a mí nunca me castigaron con esto) ¿es algún tipo de condicionamiento por repetición, como los perros de Pavlov? A lo mejor se busca que asocien la travesura que les llevó a este castigo con tedio y aburrimiento. Una especie de ataque psicológico.
Pues lo siento, porque si hay un maestro del uso de la repetición como arma para desequilibrar mentalmente a tu rival, ese es Íñigo Montoya, el espadachín español sediento de venganza de “La Princesa Prometida”, que ha prometido que esa es la frase que le dirá al asesino de su padre cuando lo encuentre. Veámoslo en acción:






En total la dice 5 veces (que son 4 veces más de lo necesario) y claro, al final el conde Rugen no sabe de dónde le llueven los espadazos. Tampoco sintáis lástima por él, porque es un sádico que conspira para matar inocentes y provocar una guerra. Y mató al padre de Íñigo para no pagarle una espada que le había fabricado, está ese pequeño detalle.
 
Así que creo no equivocarme si afirmo que si un profesor intentara quitarle a Íñigo de la cabeza la idea de venganza haciéndole escribir la frase montón de veces en la pizarra no sólo lo convencería más de la necesidad de hacerlo sino que además acabaría volviendo loco al profesor. Porque nadie entorpece la venganza Íñigo. 


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