martes, 11 de noviembre de 2014

¿Nos vamos de aventuras?


Si te gusta viajar, olvídate de tener estos sellos en tu pasaporte... Como mucho los podréis tener en una camiseta...






Si te gusta viajar, olvídate de tener estos sellos en tu pasaporte... Como mucho los podréis tener en una camiseta...

Esta es para grandes fans de Tintín, like me.

Mi primera interacción en el mundo del cómic fue con Tintín. Más concretamente con “Tintín en el país de los soviets”. Aunque fuera en blanco y negro, me fascinaron esos malvados y rudos soviéticos que oprimían a la población bajo sus despóticas órdenes. Era la clara imagen de los malos, los buenos y el héroe que los salvaría a todos. Luego creces. Estudias, lees, aprendes y te das cuenta en que contexto fueron escritos cada uno de los libros. Y los buenos no eran tan buenos y los malos no eran tan malos.

A partir de este libro Hergé empezó con los famosos libros de lomo amarillo. Sus historietas empezaron tan ingenuas y políticamente incorrectas como los “soviets”, pero poco a poco fue evolucionando. Las intrigas de los libros eran más complejas, introducía nuevos personajes con caracteres muy marcados que enriquecían los sucesos de la historia, además de crear tramas y personajes que se entrelazaban durante toda la colección.

Con Tintín y Milú, hemos viajamos mucho:  Alemania, China, el Congo Belga, los Estados Unidos, Egipto, la India, el Perú, el Reino Unido, Suiza, el Tíbet, etc. ¡Incluso pisamos la luna antes que nadie!


Pero también fuimos a otros lugares que no existían. Lugares que creó Hergé, para hablar de conflictos reales, sin tener problemas con los países donde acontecían ciertas situaciones. Sitios como Syldavia, Borduria, San Theodoros y el Khemed, servían para narrar, de manera encubierta, golpes de estado, dictaduras y luchas de poder, que había en el mundo durante los años 60.

Realmente el pasaporte de Tintín, está bien cargado, pero a demás puede presumir de ser el único que tiene estos sellos tan especiales.

Y como nadie se salva de las mentes malvadas, por muy aventureros e intrépidos que fueran Tintín y sus colegas, siempre hay alguien que les hace parecer más humanos y menos héroes…

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