Es
algo que se repite con frecuencia...
Es
algo que se repite con frecuencia. Algo se pone de moda entre la juventud, que
lo toman como un signo identificativo de su rebeldía contra las generaciones
anteriores. Y de repente, adultos excesivamente preocupados sin cosas mejores
que hacer que chafarle la diversión a los demás comienzan a pedir que se
prohíba tal o cual cosa porque “es cosa del diablo”.
En
los tiempos que corren, esto que acabo de describir nos puede parecer una
exageración (o no…), y lo cierto es que le he dado un tono ridículo a
propósito, pero es cierto que, a lo largo de las épocas, un sector de la
sociedad de carácter conservador siempre ha visto con preocupación las
tendencias y manifestaciones culturales que provocaban la agitación de la
juventud. Y nunca se ha visto mejor ejemplificado esto que con la aparición del
rock & roll en los años 50.
Al
rock se le ha llamado de todo (y a todo se le ha llamado “rock” de manera que
hoy en día resulta difícil dar una definición exacta del género). Cada época
tenía sus cabezas de turco:
- Jerry Lee Lewis, Chuck Berry o las caderas de Elvis provocando a las jovencitas (y no tan jovencitas)
- Los Beatles o los inmortales Rolling Stones (“Sus Satánicas Majestades”) siendo aclamados por fans enfervorecidas
- El movimiento hippy protestando contra la guerra al ritmo de lo que se escuchaba en Woodstock en el 68.
- Las ansias combativas del punk o las acusaciones de violencia y satanismo contra el heavy metal y sus innumerables descendientes
- O incluso el nihilismo del grunge, al que hicimos referencia recientemente.
Y
tantos que me dejo. Cada generación aparece una fracción de la población que
encuentra motivo de escándalo en la música (o en un estilo de pintura, o en los
trabajos de una generación de escritores y poetas, o… innumerables cosas, la
verdad).
¿Y
sabéis qué? Puestos a ser “los malos”, seámoslo de verdad. No hay ninguna
vergüenza en ser el germen de los cambios sociales. Así que hagamos nuestras
sus críticas como con esta camiseta: que haciendo el signo de los cuernos
aparezca el Ojo de Sauron.
Sí, ya sabéis, el malo
malísimo de “El Señor de los Anillos”. Sí, ese, el que aparece como un ojo en
llamas en la cima de la torre de Barad-dûr:
Al
fin y al cabo, ni siquiera nuestras frikadas favoritas se libraron de ser “El
nuevo Rock & Roll”. El día que encuentre la camiseta adecuada os hablaré de
Fredric Wertham y el establecimiento
del Comic’s Code. O de la que se montó en algunos sitios con los libros de Harry Potter.
Así
que, colegas, rockeras y rockeros, cuernos en alto ya mismo y For those about to rock… we salute you!
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