Disculpad
si por un momento nos ponemos (un poquito) serios...
Disculpad
si por un momento nos ponemos (un poquito) serios.
Estos
días se celebra en París la Conferencia sobre el Cambio Climático… otra vez
más. Y van 21, celebradas en diferentes ciudades del mundo para hablar de qué
carajo está pasando con el clima y qué podemos hacer con ello.
Bueno,
lo que está pasando hace años que lo sabemos (aunque muchos se empeñen en
negarlo): el clima está cambiando y es culpa nuestra. Pero claro, resulta que
parar la tendencia implica dejar de hacer cosas que se han convertido en el
motor de la economía de muchos de los países más poderosos del mundo, que no
están dispuestos a frenar su crecimiento económico o moderar el nivel de vida,
excesivo a todas luces, de sus habitantes. El ejemplo más conocido lo tenemos
en el “Protocolo de Kyoto”, redactado en 1997 pero que no
tuvo suficientes adhesiones para entrar en vigor hasta 2006, un acuerdo que
intentaba frenar la emisión de gases de efecto invernadero y que hoy en día
todavía no ha sido ratificado por Estados Unidos.
Así
que los países se reúnen OTRA VEZ, para hablar OTRA VEZ y proponer medidas OTRA
VEZ para salva el planeta (que seguramente serán ignoradas OTRA VEZ).
Y,
personalmente amigos lectores, a mí me hace mucha gracia (de un modo cínico, no
me estoy riendo de verdad) cuando alguien habla de “salvar el planeta”. El
motivo es que es una frase de una gran pretensión y vanidad.
El
planeta lleva existiendo miles de millones de años y no nos lo cargaremos así
como así ni con cientos de nuestras bombas atómicas. Incluso si somos más
“modestos” y hablamos de “salvar la vida en el planeta”, también nos estamos
pasando. Desde la aparición de la vida en la Tierra ha habido cinco extinciones masivas, una de las cuales se calcula que
acabó con el 96% de las especies del planeta. Y aún así, la vida se adapta,
sigue adelante y vuelve a florecer. Sí, seguramente los seres humanos
provocaremos la Sexta Extinción. Y sí, es posible que nos vayamos
con ella. Pero el planeta sobrevivirá y la vida también, evolucionando hacia
algo nuevo para adaptarse a las nuevas condiciones.
Vamos,
que es como si estuviéramos provocándole un resfriado de estos fuertes de
verdad al planeta. Muy molesto, pero cuando desaparezca lo que causa la
enfermedad, se recuperará sin problemas. Mientras tanto, no me extrañaría que
el planeta nos odiase.
Me
doy cuenta que el artículo de hoy ha quedado más serio de lo habitual, así que
intentaré despedirme con una nota positiva. Nuestro planeta está lleno de cosas
maravillosas y sólo hay que tomar conciencia de ello para querer conservarlas
(y puede que aún estemos a tiempo):
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