"El hombre no deja de jugar
porque se hace viejo, sino que se hace viejo porque deja de jugar."
George
Bernard Shaw
NOTA:
La política de ventas de QwerTee dice que las camisetas sólo están disponibles
por un tiempo limitado. Las camisetas desfasadas pueden volver a la tienda sólo
si la gente las vota lo suficiente para que se vuelvan a imprimir.
"El hombre no deja de jugar
porque se hace viejo, sino que se hace viejo porque deja de jugar."
George
Bernard Shaw
Cuando
somos pequeños, el juego ocupa gran parte de nuestras vidas. Tradicionalmente,
la sociedad solía esperar que fuéramos dejando ese hábito, cambiándolo por
otros más “de provecho”. Es verdad que esto ha cambiado en tiempos recientes,
donde los adultos cada vez le dedican más abiertamente tiempo al juego. Pero
incluso en esa sociedad tradicional que despreciaba el juego como algo
“infantil”, pequeñas muestras de “ludismo” (vaya palabro me acabo de inventar)
conseguían sobrevivir hasta la edad adulta. Juegos como el ajedrez, el dominó o
las mil variantes de juegos de naipes continuaban siendo formas aceptables de
desafiarse uno mismo y a los demás y pasar un buen rato.
Ahora
ya no nos preocupamos tanto por ser vistos como “infantiles”. La explosión de
la industria del videojuego, la aparición de los juegos de rol, la infinidad de
juegos de mesa que se publican al año… todo ello se ha unido a las formas
tradicionales de juego para que así todos podamos expresar una necesidad que
durante mucho tiempo se ignoró: la necesidad de pasarlo bien y desconectar de
nuestros problemas.
Y
aunque el juego puede convertirse en algo muy serio (ver por ejemplo las World Series of Poker, o la proliferación de torneos de e-Sports por todo el mundo), millones y
millones de personas sólo necesitan unas fichas de colores y un tablero, o unos
cuadrados de cartón con dibujos para reunirse con unos amigos y pasarlo bien
durante un buen rato.
Cada
uno escoge con que divertirse, cada uno escoge su propio veneno. Ya sean
jubilados jugando al dominó en el bar del pueblo, o un padre enseñando a su
hija a mover el caballo sobre el tablero de ajedrez. Quizás se trate de un ama
de casa que monta puzles de 3000 piezas como si fuera lo más fácil del mundo, o
un grupo de estudiantes en el bar de la facultad jugándose al mus quién paga
las cervezas. No importa, el juego cumple la función de crear cohesión entre
diferentes personas y, entendido de forma sana (que de todo hay en este mundo,
por desgracia) son una gran manera de apartarse de las preocupaciones y alejar
el estrés.
Así
que no lo olvidéis, Semper ludens, no
dejéis de jugar. Vuestra salud mental os lo agradecerá.
Os
dejaré con un vídeo que, aunque centrado en el mundo de los videojuegos, dice
una gran verdad sobre el juego en general. Sí, ganar es la hostia. Llegar al
final del juego es una gran satisfacción… pero si lo entendemos bien, no
jugamos para eso. Jugamos por todo lo que nos pasa antes de llegar al final:
todos los desafíos superados, todas las grandes jugadas, todas las remontadas
imposibles… eso y poder compartirlo con otros es lo que nos hace disfrutar del
juego.
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