viernes, 10 de octubre de 2014

HADOKEN!



No sólo de camisetas vive el/la fan




No sólo de camisetas vive el/la fan, nuestra vida diaria nos da mil ocasiones para llevar nuestra película, serie, videojuego, comic o libro favorito como una bandera que proclama nuestro orgullo a los cuatro vientos. Incluso cuando es algo que normalmente sólo se lleva en el interior de nuestro hogar, dulce hogar.

Voy a confesar que cuando jugaba al Street Fighter 2 en mi Mega Drive (sí, lo sacaron también para la Bestia Negra de Sega) odiaba a Ryu. Nunca fui un jugador excelente… ni siquiera uno bueno, y nunca conseguí vencer del todo la táctica típica de la inteligencia artificial de la consola cuando te tocaba enfrentarte a Ryu o Ken (o Sagat): coserte a hadoken sin respiro y esperar a que intentases saltar por encima para recibirte con un shoryuken súbito en una muestra de reflejos que ningún humano podía replicar. Años más tarde me enteré que no, que algunos seres humanos pueden replicar eso y se enfrentan durante todo el año en torneos de Street Fighter (ahora ya van por el 4, si no te habías mantenido al día). Y hasta ganan dinero con ello.

Pero hay que reconocer que Ryu es uno de los personajes más reconocibles de la historia de los videojuegos. Un artista marcial solitario y vagabundo que vive para mejorar en su arte y comprender lo que significa ser un “auténtico guerrero”. Con su gi blanco (llamarlo kimono no es del todo correcto) con cinturón negro y una cinta roja en el pelo (el nombre de esa cinta en japonés es hachimaki por si os pica la curiosidad y para mantener el nivel de pedantería) forma una figura que ha quedado para siempre en la memoria de gamers de varias generaciones.

Y la verdad, no te culparemos si al ponerte esta bata, cuando creas que nadie te ve, te pones a lanzar hadoken en tu casa. Todos haríamos lo mismo.
 
Para rematar, así acaba la historia de Ryu en el Street Fighter 2 original:


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