Puedes encontrarla en: https://www.insertcoinclothing.com/accessories/ryu.html
No sólo de camisetas vive el/la
fan, nuestra vida diaria nos da mil ocasiones para llevar nuestra película,
serie, videojuego, comic o libro favorito como una bandera que proclama nuestro
orgullo a los cuatro vientos. Incluso cuando es algo que normalmente sólo se
lleva en el interior de nuestro hogar, dulce hogar.
Voy a confesar que cuando jugaba
al Street Fighter 2 en mi Mega Drive (sí, lo sacaron también para la Bestia
Negra de Sega) odiaba a Ryu. Nunca fui un jugador excelente… ni siquiera uno
bueno, y nunca conseguí vencer del todo la táctica típica de la inteligencia
artificial de la consola cuando te tocaba enfrentarte a Ryu o Ken (o Sagat):
coserte a hadoken sin respiro y
esperar a que intentases saltar por encima para recibirte con un shoryuken súbito en una muestra de
reflejos que ningún humano podía replicar. Años más tarde me enteré que no, que
algunos seres humanos pueden replicar eso y se enfrentan durante todo el año en
torneos de Street Fighter (ahora ya van por el 4, si no te habías mantenido al
día). Y hasta ganan dinero con ello.
Pero hay que reconocer que Ryu es
uno de los personajes más reconocibles de la historia de los videojuegos. Un
artista marcial solitario y vagabundo que vive para mejorar en su arte y
comprender lo que significa ser un “auténtico guerrero”. Con su gi blanco (llamarlo kimono no es del
todo correcto) con cinturón negro y una cinta roja en el pelo (el nombre de esa
cinta en japonés es hachimaki por si
os pica la curiosidad y para mantener el nivel de pedantería) forma una figura que ha quedado para siempre en la
memoria de gamers de varias
generaciones.
Y la verdad, no te culparemos si
al ponerte esta bata, cuando creas que nadie te ve, te pones a lanzar hadoken
en tu casa. Todos haríamos lo mismo.
Para rematar, así acaba la historia de Ryu en el
Street Fighter 2 original:
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