viernes, 16 de octubre de 2015

¿Y si tus amigos se tiran de un barranco tú también te tiras?



Pues si eres un lemming, quizás sí...






Pues si eres un lemming, quizás sí.


En la vida real, los lemmings son pequeños roedores (de la tribu Lemmini que agrupa los géneros Dicrostonyx, Eolagurus, Lagurus, Lemmus, Myopus y Synaptomys) que viven en las zonas árticas del planeta, sufren aumentos y reducciones desmedidas de población cada pocos años y tienen por costumbre emprender migraciones masivas en las que algunos miembros del enjambre mueren al intentar cruzar ríos demasiado caudalosos. No se trata de un comportamiento generalizado que les lleva a buscar el suicidio (eso es una leyenda urbana), sino de hechos accidentales ocasionados por la gran cantidad de individuos que componen los rebaños de lemmings en migración.

Pero el rumor de que los lemmings se suicidaban en masa caló en la mentalidad popular y, fruto de ello, los creativos de una compañía de videojuegos llamada Psygnosis crearon en 1991 uno de los juegos más míticos que jamás han sido instalados en el disco duro de un PC: “Lemmings”.

En “Lemmings” el jugador es el encargado de guiar un rebaño de adorables suicidas de pelo verde y camisón azul por escenarios llenos de trampas y accidentes listos para acabar con todos y cada uno de ellos. Para ello, el jugador podía asignar a cada lemming un oficio con el que abrir un camino seguro para que pasasen los demás. En el juego original (hubo muchas secuelas y clones) había 8 trabajos: tunelador, minero, excavador, constructor, paracaidista (usando un paraguas como paracaídas), escalador, barrera y bomba. Cada lemming podía ejercer varios empleos, pero sólo uno a la vez. Y todo ello al ritmo de samples de temas de música clásica y canciones populares que se metían en la cabeza y no podías dejar de tararear.

El juego es famoso (algunos dirían infame) por la elevada dificultad de muchos de los escenarios. También por ser un juego capaz de dar rienda suelta a tus impulsos más sádicos. No sólo por el oficio de Bomba, que te permite hacer explotar a uno de tus lemmings, sino por el botón “bomba  nuclear”, que asignaba el oficio de bomba a todos tus lemmings a la vez y los hacía explotar de manera perturbadoramente satisfactoria. De hecho muchos jugaban sólo por ver explotar a estos bichos:


La explosión iba a acompañada por un grito de cada lemming que en las versiones con mejor calidad de sonido podía distinguirse claramente como un “oh no!”. Este grito se hizo tan popular que la expansión del juego original se llamó “Oh no! More Lemmings”.

La camiseta de hoy hace referencia a este popular grito y también al hecho que los lemmings, dejándose caer desde el borde de sus plataformas y abriendo sus paraguas durante la caída, podrían considerarse practicantes del deporte de “salto base”, modalidad de paracaidismo en la que se salta desde un punto fijo en lugar de un vehículo aéreo.

Si os decidís a buscar las reversiones modernas de este juego para revivir buenos momentos pasados o para descubrir los mitos que entretuvieron a jugones de otras décadas, id con cuidado: quizás empecéis un día por la tarde y de repente os deis cuenta que veis salir el sol por la ventana de vuestra habitación. Y que no podéis dejar de tararear esa musiquilla…


 



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